viernes, 15 de febrero de 2013

E.T. the Extra-Terrestrial


Publicado originalmente el jueves veinticuatro de enero en la versión impresa del Diario Jaén.
Empiezo este artículo prometiendo que todo lo que escribo ocurrió de verdad. Imaginad la situación, se acababa de estrenar la película E.T.: El extraterrestre y en Atari, por entonces la empresa de videojuegos más importante del mundo, se les ocurre que sería una muy buena idea aprovechar el tremendo éxito de E.T. para lanzar un videojuego ambientado en la película. A día de hoy esta es una práctica común, sin embargo entonces no estaba nada extendida. El caso es que Atari entra en negociaciones con Steven Spielberg y Universal Pictures y en julio de 1982 se empieza a desarrollar el videojuego. Se presupuestan 120 millones de dólares, una cifra más que excesiva para la época, y se encarga el videojuego a Howard Scott Warshaw a finales del mes de junio de 1982. Atari promete a este último 200.000 dólares y unas vacaciones en Hawaii si acaba el juego antes del uno de septiembre.
Warshaw termina el videojuego en el minúsculo periodo de tiempo que se le ofrece y desobedece los consejos de Spielberg, quien le recomienda hacer una especie de Pac-Man ambientado en el universo de la película E.T. En Atari hay tal ambiente optimismo provocado por el éxito de ventas que está siendo la versión doméstica del citado Pac-Man, que dan a Warshaw vía libre para hacer lo que le parezca. Por falta de tiempo, no se llega a hacer ningún test de opinión del juego al público. Atari, tremendamente confiada como estaba, empieza a producir cuatro millones de unidades de E.T. the Extra-Terrestrial, que los vendedores se apresuran por reservar para colocar en sus estantes.
Es aquí donde la cosa se pone interesante. Resulta que el juego era aburrido hasta la saciedad, y no sólo eso, sino que encima estaba fatalmente terminado. En uno de los niveles los jugadores caían sin remedio por un precipicio y tenían que reiniciar la consola (lo cual hacía imposible acabar el juego). Las críticas empiezan a lloverle a Atari y la empresa se ve obligada a aceptar la devolución de los juegos, que se realiza en masa. Esto provoca unas pérdidas de 536 millones de dólares que llevan en 1984 a Atari a la bancarrota. El caso es que la empresa, y volvemos a antes de la referida bancarrota, necesita deshacerse del juego para limpiar su imagen y no se le ocurre mejor idea que sepultar todos los cartuchos en un lugar en donde nadie vuelva a oír hablar de ellos. En septiembre de 1983 llegan a Alamogordo entre diez y veinte camiones cargados con copias de E.T. para ser enterradas en el vertedero de la ciudad (vertedero que fue elegido porque trituraba su basura e impedía que se rebuscase en él). Para evitar que el juego saliese nunca más a la luz, Atari además ordena extender una capa de hormigón sobre los cartuchos triturados (algo que nunca se había hecho en el citado vertedero). La cosa resulta tan inverosímil que muchos piensan que se trata de una leyenda urbana, sin embargo y como decía al principio, la historia de los videojuegos de E.T. de la Atari 2600, es totalmente cierta.