viernes, 17 de febrero de 2012

Vague But Exciting


Publicado originalmente el jueves dieciséis de febrero en la versión impresa del Diario Jaén.
Un trece de marzo de 1989 Tim Berners-Lee presentaba a Mike Sendall en su mesa del CERN un documento en el que le exponía una propuesta. Sendall lo leyó y escribió a mano en la cabecera de aquel folio, Vague but exciting (que traducido del inglés vendría a significar, vago pero excitante). Sin demasiado apoyo institucional Tim Berners-Lee (que en 1989 contaba con 34 años) se decide no obstante a llevar a cabo su proyecto y el seis de agosto de 1991 nace la Web (el World Wide Web para ser más exactos, en muy resumidas cuentas lo que casi todo el mundo entiende por Internet).
La idea no fue únicamente de Berners-Lee, sino que se inspiraba en propuestas hechas en los años cuarenta y cincuenta por Vannevar Bush y Ted Nelson, respectivamente. A Tim Berners-Lee se le ocurrió que el hipertexto se podía unir a Internet, y es allí donde residía la genialidad de la propuesta. El hipertexto no deja de ser texto con capacidades que sobrepasan las que tienen los demás textos normales. Si uno toca una palabra (o conjunto de ellas, o una imagen, etc.) impresa sobre papel, no debería pasar nada. Sin embargo si hacemos lo mismo sobre determinados elementos de una web (sobre sus enlaces), vamos a otros sitios de Internet. A grandes rasgos, es esto último lo que hace que el hipertexto no sea sólo texto.
En un comienzo Internet, hablando mal y rápido, sólo servía para compartir no demasiada información entre distintos ordenadores que estuvieran conectados entre si. Digamos que en los albores de Internet no se podía hacer mucho más que enviar y recibir correos electrónicos. Con la propuesta de Tim Berners-Lee surgían las páginas webs, cada una identificada por una dirección. Pero aun quedaba desarrollar un software que pudiera leer los sitios web, el primer navegador sería WorldWideWew y lo crearía el propio Tim Berners-Lee; así como disponer de un servidor dedicado a dar acceso a la única web que existía por aquel entonces, que en este caso fue un NeXTcube (NeXT fue una de las empresas que creo Steve Jobs cuando fue despedido de Apple en 1985) propiedad del CERN. Cabe destacar que en todo este proceso Tim Berners-Lee recibiría la inestimable ayuda de Robert Cailliau (que impartió una charla hace unos años en la UJA).
Internet es quizás el invento más revolucionario de la historia de la humanidad y el CERN y sus creadores se negaron a cobrar por su uso (otra cosa bien distinta es que las compañías de telecomunicaciones lo hagan por usar sus líneas, que son las que nos dan acceso al servicio). Sin embargo con este artículo no quiero abundar en esto último, sino en cómo algo tan importante no recibió mayor mención por parte de quien debía valorarlo que una breve nota a boli como la que titula este texto. El futuro no puede predecirlo ni el mejor de los gurús. Así que si aquellos con alguna idea grabada a fuego en el cerebro me permitís un consejo, os diré que no dejéis de intentar llevarla a cabo. Nadie sabe a ciencia cierta qué podéis terminar consiguiendo.
Para terminar os dejo unos cuantos enlaces de cara a los más curiosos. En primer lugar tenéis entre paréntesis la web en la que se muestra el documento de Tim Berners-Lee del que habla el artículo (http://goo.gl/mU7wa). Por otro lado tenéis el enlace a la primera web de la historia también entre paréntesis (http://goo.gl/6Ysz). Finalmente podéis ver el primer servidor de la historia a continuación y otra vez entre paréntesis (http://goo.gl/qvY74).

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