viernes, 11 de noviembre de 2011
0'79€. Primera Parte
Publicado originalmente el jueves 11 de octubre en la versión impresa del Diario Jaén.
A quien tenga un iPhone, un iPad o un iPod Touch, o un dispositivo con Android, el precio del título le resultará familiar. ¿Quiénes de los que leen estas líneas no han descargado un programa no gratuito de forma ilícita? No estoy hablando de música o de películas, eso es otro cantar, hablo de software. Seguro que ahora muchos tienen en mente la suite ofimática Microsoft Office (con Word, Excel, PowerPoint, etc.), también estarán los que piensen en el sistema operativo Microsoft Windows, sea cual sea el programa hoy vengo a hablar de lo negativo que es que tantos estén esbozando una sonrisa en este momento.
Con la adquisición de la mayor parte de los ordenadores contraemos el sistema operativo Windows a menos que exijamos lo contrario (a veces hay que decirlo muchas veces y ni por esas). Windows lo pagamos como una especie de canon, en muchas ocasiones siquiera aparece en la factura. Como es el que viene con el ordenador aprendemos a usarlo y así comenzamos a depender del mismo. Pasado el tiempo ese ordenador tiene que formatearse y se descarga Windows “pirata” para volver a instalarlo (con el pago anterior suelen conceder un disco de recuperación y no una copia de Windows, dicha copia está en manos del vendedor y habrá que pasar otra vez por caja para que nos la vuelvan a instalar). Lo peor es que cada vez que un gobierno encarga una partida de miles de ordenadores, se ve obligado a comprar otros tantos miles de Windows y los paga religiosamente con nuestros impuestos. Bill Gates, inicial máximo responsable de Windows, es el hombre más rico del mundo ¿Por qué está tan extendido asociar más rico del mundo con más tonto? ¿Por qué tantos piensan que le no han pagado por su trabajo?
Mi intención con este artículo no es demonizar a Microsoft. En su día creyeron que nadie pagaría el precio real de sus productos, siquiera se esforzaron en que así fuera e idearon educar a los consumidores en el ciclo que comentaba en el párrafo anterior. Lo peor de todo esto es que así la gente entendió que robar el software no era robarlo. En el mundo de la informática existen muchas más empresas además de Microsoft, algunas con no más de tres o cuatro empleados. Pensemos que desarrollar un software sencillo suele costar más de trescientas horas de trabajo. Pensemos que la supuesta empresa de tres o cuatro trabajadores puede perfectamente tener su sede en tu ciudad o en una cercana. Aun no siendo algo digno de elogio estafar a Microsoft por muy multimillonarios que sean su dueños, sin olvidar que la inmensa mayoría de las empresas de software se parecen mucho a esta de tres o cuatro empleados que he puesto como ejemplo, ¿merece alguien que le roben su trabajo?
Publicado por
Daniel García Baena
en
12:23
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